A mi padre
El volcán
El año que no hubo otoño
L´Estruendu
SOLEDAD DE FLORES MUERTAS
LA ESTELA
Tiempos de amor, honor y guerra en el Bierzo
La higuera
Aprehender el tiempo
Mi casa
El héroe en la batalla
Las mariposas del río
Ese mundo…ya no está
El río
Seis octavas para un recuerdo
Solo te recito un verso
Cántaros y agua
«Ocurrió en un mes de octubre...»
Castilla
Estaba tan cerca
La silla vacía: En recuerdo de Pepe Fuster
SEGUNDO PREMIO EN EL XXX CONCURSO DE POESÍA DE PRIMAVERA DE LES CLOTES «LUÍS CHAMIZO»
APREHENDER EL TIEMPO
Que arduo es amarte sin palabras;
sin poder pronunciar tu nombre,
para dejar, luego,
que se detenga en mis labios
—que se pegue a ellos—,
mientras yo los acaricio con la lengua,
humedeciéndolos un poco
para que no olviden tu sabor;
ese sabor a tarde de verano
cuando estás
—tendida bajo el fresno—,
sin dormirte del todo; y yo,
como si fuera un ladrón,
me cuelo en tu sueño
y le suplico a las sombras
que bailan al ritmo del aire
—jugueteando sobre tu vestido—,
que desnuden tu cuerpo,
para que mis ojos
acaricien tu sexo,
dibujen tu vientre,
esculpan tus pechos,
y luego,
trepen hasta tu rostro,
escalando tu pelo,
dejando que se enrede entre mis manos
hasta que, al fin, se agote mi aliento.
Y mientras, mis labios
hienden tu cara con surcos derechos,
rogando a tu boca
que se abra en un beso:
en un beso eterno,
un anhelo
—profundo—,
me brota del pecho:
¡Ah, quién pudiera
aprehender el tiempo!
Y LUEGO, FRENTE AL ESPEJO
Intentaba, en vano,
alejarte de mis noches,
desterrarte de mis días.
Recuperar todas las horas que perdí
frente a aquel espejo
en el que nunca estuviste.
Yo te miraba, ¡intensamente!,
con fuerza: casi con rabia;
deseando que mis ojos fueran
como grilletes de seda.
Vete,
despacio;
de forma que oiga
morirse tus suspiros,
agonizar tu aliento,
caer al vacío
el hilo exangüe de tu voz.
Es cierto que te amé:
te amé mucho.
Pero ya no, ahora, ya no.
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