Andan los chinos muy enfadados con España por la suspensión del Mobile. Dicen que más allá de la desgracia que les ha caído con el coronavirus, hay entre bastidores espurios intereses contra ellos, con la alargada sombra del Tío Sam detrás.
El Gobierno ha salido al quite con rapidez con una serie de acciones de choque que prohíben, por real decreto, las expresiones: “trabajar como un chino” y “engañar como a un chino”. Pero la medida estrella será la absoluta prohibición de jugar a los chinos. El juego de los chinos, si tienen la curiosidad de “bucear” en internet, verán que no tiene nada que ver con la antigua Catay, si no con un pastor leonés que hace ya dos siglos, y por puro aburrimiento, acabó maquinando el juego. Y es que eso de pasarse el día con las vacas o las ovejas en el monte da mucho de sí.
Como muchos otros juegos, el de los chinos, se basa en intentar engañar a los demás jugadores especulando con un resultado final favorable a uno mismo. En España antes se jugaba mucho más a los chinos. Sobre todo se jugaba uno el café con los compañeros de trabajo. Claro que ahora también se quiere prohibir el café, pero sólo para los curritos ¡eh!, ya se sabe que los jefes nunca “toman café”: están reunidos.
Al Presidente no le gusta jugar a los chinos: -“Es un juego falaz”- , ha dicho, y Él odia la mentira. Pero como no quería meterse mucho, ha sugerido que lo lleve alguien de “confianza”. Inicialmente se pensó en el Vicepresidente Pablo Iglesias, ya que, de alguna manera, el detalle de la coleta posibilitaba una vía de unión de civilizaciones, que Moncloa consideraba aprovechable. Pero los chinos dijeron que ni hablar, que no se fiaban de los comunistas que aplaudían al rey, que eso no eran formas. Así que finalmente se lo van a encargar al ministro Ábalos, mayormente por su acreditada experiencia en resolver conflictos diplomáticos.
Dada la envergadura del asunto, se está pensando en crear una vicepresidencia, con dos ministerios adjuntos, varias direcciones generales y un cuerpo de inspectores. El Vaticano se ha ofrecido a mediar (La iglesia siempre tan voluntarista), supervisando el “proceso” y designando un Relator, pero los chinos se han negado en redondo, porque todavía se la tienen guardada desde que ponían en el día del DOMUND aquellas huchas con la cabeza de un chino, con su coleta y todo.
Finalmente, y como gesto de inequívoca voluntad integradora, en el próximo “Mobile” el Gobierno les ha prometido que cuando lleguen a Barcelona el año que viene, a pesar de que por su aspecto no parezcan catalanes, nadie les hablará en castellano; “castillian” que se dice ahora después de los Oscar.