El juez LLarena ha tomado hoy una decisión respecto al expresidente Puigdemont: tampoco tenía mucho donde elegir. Si lo reclamaba tan solo por malversación, ¿con que autoridad podría juzgarse al resto de imputados por rebelión? Si se ponía en manos del Tribunal de Estrasburgo…visto lo visto hasta ahora, había muchas posibilidades de volver a fracasar, y cada fracaso es interpretado como un éxito por los separatistas. Así que ha optado por el destierro. No es cosa menor esto del destierro. En España uno de los más emblemáticos fue el de Rodrigo Díaz de Vivar (otro día explicaré quien era este señor para las generaciones de la LOEDE, LOGSE, LODE etc.) Claro que el Cid tampoco le dejó muchas opciones a Alfonso VI cuando le exigió que jurara que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano Sancho. Trasladado a nuestros días sería como haberlo sometido a una comparecencia ante la correspondiente comisión del Congreso de los Diputados, y es que la realeza siempre se ha tomado muy a mal eso de que la interpelen y duden de su real palabra.
Puigdemont se apagará, poco a poco. Eso no evitará que sigamos teniendo un problema con una parte importante de los catalanes, ya que el cambio de actores no afecta al argumento de la obra. Tampoco se solucionará con las iniciativas bienintencionadas del actual presidente Sánchez. Otros muchos antes que él lo han intentado, siempre sobre la base de concesiones, que solo han servido para abrir la puerta a la exigencia de nuevas concesiones. Pero hay dos cosas que no conviene perder de vista a corto plazo, una afecta a la dirección política: ERC está pagando un precio muy alto por sumarse al procés , precio que se sustanciará más si cabe, cuando dentro de unos meses se determinen, en su caso, las condenas de los imputados. La segunda afecta a la convivencia, y es que el ambiente en Cataluña se está enrareciendo demasiado. No se puede seguir defendiendo que “no pasa nada”. Sí que pasa. Y en esta ocasión el malestar es transversal, es decir: no estamos ante el caso de la burguesía vasca que tuvo que “inmigrar” en la época de los años de plomo, porque peligraba su negocio y su vida, en esta ocasión es una parte muy importante de la sociedad catalana la que no se siente representada en su parlamento y en sus instituciones.
Difícil tarea tienen por delante los que aspiraran a gobernarnos; y no cabe decir aquello de “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia” porque aquí la Iglesia ya se ha pronunciado.