Mopongo
Eso lo sabe el más lerdo
El primo de Zumosol
Donde dije digo...
DE NUEVO LA BANANA
«Gente gorda»
EL DIPUTADO ERREJÓN
¡Oh, tú!, Amnistía
A Sísifo
De tomates, y otras frutas y hortalizas
¡Qué dura es la vida!
DESARME, ALTA VELOCIDAD Y…SUS CONSECUENCIAS
DINKS
Calafatear
Las elecciones y el «Efecto Casandra»
«Hasta el último ucraniano»
De Odiseo a Proserpina
A la Bandera le da igual
As bestas
El Día de la Marmota
«Cambalache»
Los Reyes Magos y el anarquismo
¡Si hubiéramos ganado el Mundial!
Acción de Gracias
Fútbol y Derechos Humanos
¡Oiga, yo ni un duro…!
Querido Pablo
Los Cinco
Unidas...ya no Podemos
Proponer o no proponer...
El cencerro
La V invasión vikinga
El Metaverso
Transporte público
El Silbo gomero
El Emérito ¡eh!
Vaya racha
El faltoso
Un pelotón de soldados
No a los polvorones
Voluntad de Vencer
Habitación “suite”
Efecto Tanxugueiras
No queda, solo hay fila quince y detrás de la columna.
La "mesa" de Putin
Ponnos un güisqui
FILOMENA: EL FIN DE UN MITO
EL NEGOCIADOR QUE LO NEGOCIE...
NO SE PREVIÓ
FISCALIDAD PROGRESIVA
Me llama un buen amigo para pedirme consejo. Su mujer tiene un amante desde hace ya algunos años. Es una relación seria y consolidada, nada que ver con una aventura de cena de empresa o durante un viaje con las amigas a la Capadocia. La cuestión es que ella le propone que, tal y como está la situación y que a esto no se le ve mejoría por ningún sitio, su amante se venga a vivir a casa con ellos. Dicho así suena un poco radical, pero claro, como ella dice: entre los confinamientos, la burbuja y la asepsia, pues, oye, que yo no puedo con todo. Además, y en eso no le falta razón, desde que se fue la nena tienen un cuarto libre y repartir gastos nunca viene mal.
Mi amigo dice que entiende el planteamiento, pero que no lo acaba de ver, que le da como cosa.
A mí el asunto me cogió un poco en frio, la verdad, y como es un amigo de toda la vida, no quería meter la pata precipitándome. Por una parte – le digo -, no se puede negar que hay un encomiable sentido de la responsabilidad en la propuesta; y que persigue el logro de un bien superior y, en este caso, colectivo que debe primar siempre frente al individual. Claro que una cosa es que te des con los cuernos en el dintel de la puerta de vez en cuando, y otra que te hagan una larga cambiada en el pasillo de casa cada vez que vayas a buscar un yogur a la nevera.
No sé qué decidirán al final. Yo, como terapia, le he recomendado a mi amigo que retome a Cela, que en su obra Rol de Cornudos, alude, entre otros muchos casos, a un tipo en el que yo creo que él encaja a la perfección: “el cornudo bonachón”, al que el gallego universal define como un cornudo cortés, y que es aquel que recrimina dulcemente a su esposa sorprendida en flagrante adulterio, diciéndole: ¡Pero, mujer! ¿Otra vez jodiendo?
¡Cuántos cambios nos traerá todavía la pandemia!
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