ES QUE VOY DE PADRINO

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Pues parece que ha empezado ya una nueva Legislatura; la XIV creo que es. Aunque si les digo la verdad a mí lo que no me deja dormir y me tiene en un sinvivir, es lo de los Caucus de Iowa. Bueno, a mí y a medio mundo, a juzgar por la relevancia televisiva que le han dado a la noticia. El otro medio sigue preocupado por ver lo que va a comer mañana.

Lo de la solemne apertura de la Legislatura por el rey, me recuerda a mí lo que pasa en las bodas cuando los novios deciden pasar por la vicaría y sacramentar el matrimonio. De entre los invitados a la boda, los más entran en la iglesia. Ya dentro, unos siguen fervorosamente la ceremonia y otros se limitan a no dar mucho la nota, levantándose y sentándose cuando la liturgia lo demanda, pero sin pasarse con las persignaciones, que ellos son anticlericales de toda la vida ¿eh? Alguno hay al que cuando los novios se dan el Sí Quiero, se le escapa una lagrimita, y cuando el vecino de banco le comenta, ya luego, en el hueco que queda entre que pasan la bandeja de huevos de codorniz con foie y la de lascas de jamón ibérico: “ya he visto que te has emocionado un poco durante la ceremonia”, le dice – muy machote él –  “¿pero qué dices? qué se me metió algo en el ojo, ¡amos, no jodas!

Luego están los que se quedan en la puerta de la iglesia, en el atrio, – varones en su mayor parte – . Unos porque a ellos no los mete en misa ni Dios. Otros por no aguantar la paliza de cura leyendo – otra vez – la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, con el rollo ese de que si no tienes amor no eres nada. Y los más…pues por el fumeteo. Pero a mí, el grupo que más me gusta, con mucha diferencia, es el de los que entran porque “es la boda de un hijo y como voy de padrino”, que hasta comulgan si hace falta.

 

Pero, oiga, no conozco a ninguno que se pierda luego el convite.

 

 

 

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