Mopongo
Eso lo sabe el más lerdo
El primo de Zumosol
Donde dije digo...
DE NUEVO LA BANANA
«Gente gorda»
EL DIPUTADO ERREJÓN
¡Oh, tú!, Amnistía
A Sísifo
De tomates, y otras frutas y hortalizas
¡Qué dura es la vida!
DESARME, ALTA VELOCIDAD Y…SUS CONSECUENCIAS
DINKS
Calafatear
Las elecciones y el «Efecto Casandra»
«Hasta el último ucraniano»
De Odiseo a Proserpina
A la Bandera le da igual
As bestas
El Día de la Marmota
«Cambalache»
Los Reyes Magos y el anarquismo
¡Si hubiéramos ganado el Mundial!
Acción de Gracias
Fútbol y Derechos Humanos
¡Oiga, yo ni un duro…!
Querido Pablo
Los Cinco
Unidas...ya no Podemos
Proponer o no proponer...
El cencerro
La V invasión vikinga
El Metaverso
Transporte público
El Silbo gomero
El Emérito ¡eh!
Vaya racha
El faltoso
Un pelotón de soldados
No a los polvorones
Voluntad de Vencer
Habitación “suite”
Efecto Tanxugueiras
No queda, solo hay fila quince y detrás de la columna.
La "mesa" de Putin
Ponnos un güisqui
FILOMENA: EL FIN DE UN MITO
EL NEGOCIADOR QUE LO NEGOCIE...
NO SE PREVIÓ
FISCALIDAD PROGRESIVA
Hubo un tiempo en el que la nobleza europea, al margen de que los interlocutores tuvieran una lengua común, se relacionaba siempre con los de su misma clase en francés. La lengua propia solo se utilizaba para hablar con el servicio y con el pueblo.
Los tiempos han cambiado y hoy la nobleza ya no se expresa ni en francés ni en ninguna otra lengua, simplemente no se expresa; y en la mayoría de los casos cuando se expresa mete la pata. Pero la costumbre de relacionarse en una lengua que no es la común ha continuado vigente dentro de las élites. ¡Ah las élites! Ahora las élites se relacionan en inglés.
El presidente catalán le escribe al presidente de España en inglés. Les parecerá a ustedes una cosa menor, pero no lo es. Está subrayando lo mucho que ha cambiado la capacidad de diálogo y de entendimiento, entre ambos gobiernos. Con M. Rajoy, no podía hablar en inglés: no se entendían, y así, claro, no había forma de arreglar nada. Pero con P. Sánchez la cosa es muy diferente, porque ambos presidentes se pueden escribir en inglés.
El asunto tiene, no obstante, su peligro, ya que cuando no se tiene un verdadero dominio de la legua en la que uno pretende expresarse, cuesta mucho captar los matices y en ocasiones se asiente aunque no se haya comprendido exactamente lo que el otro está diciendo. Hay una mezcla de agobio y de vergüenza por reconocer que no se ha entendido lo que ha dicho.
¿Por qué digo esto? Bueno parece evidente que es esta disfunción, provocada por la lengua foránea utilizada, la que hace que cuando Torra dice independencia, Sánchez entienda convivencia, y cuando Sánchez dice constitución, Torra entienda autodeterminación. Tal vez deberían intentarlo en “francés”.
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