Mopongo
Eso lo sabe el más lerdo
El primo de Zumosol
Donde dije digo...
DE NUEVO LA BANANA
«Gente gorda»
EL DIPUTADO ERREJÓN
¡Oh, tú!, Amnistía
A Sísifo
De tomates, y otras frutas y hortalizas
¡Qué dura es la vida!
DESARME, ALTA VELOCIDAD Y…SUS CONSECUENCIAS
DINKS
Calafatear
Las elecciones y el «Efecto Casandra»
«Hasta el último ucraniano»
De Odiseo a Proserpina
A la Bandera le da igual
As bestas
El Día de la Marmota
«Cambalache»
Los Reyes Magos y el anarquismo
¡Si hubiéramos ganado el Mundial!
Acción de Gracias
Fútbol y Derechos Humanos
¡Oiga, yo ni un duro…!
Querido Pablo
Los Cinco
Unidas...ya no Podemos
Proponer o no proponer...
El cencerro
La V invasión vikinga
El Metaverso
Transporte público
El Silbo gomero
El Emérito ¡eh!
Vaya racha
El faltoso
Un pelotón de soldados
No a los polvorones
Voluntad de Vencer
Habitación “suite”
Efecto Tanxugueiras
No queda, solo hay fila quince y detrás de la columna.
La "mesa" de Putin
Ponnos un güisqui
FILOMENA: EL FIN DE UN MITO
EL NEGOCIADOR QUE LO NEGOCIE...
NO SE PREVIÓ
FISCALIDAD PROGRESIVA
Si Pablo Iglesias fuera taurino, sabría que hay que elegir muy bien a los miembros de la cuadrilla. Y es raro porque, al fin y al cabo, Podemos está muy vinculado a Vistalegre.
Pero los toros, como la política, no son una disciplina de equipo. Solo brilla uno: el maestro, los demás, desde el sobresaliente al mozo de espadas, están para su mayor gloria. De hecho, los aciertos o errores del resto de la cuadrilla en las distintas suertes, apenas son relevantes a la hora de que presidente o público, concedan un trofeo. Solo cuenta lo que haga el torero. Es también el torero el único que recibe, en su circunnavegación por el albero, los aplausos del público. Los demás lo escoltan, y recogen la variedad de objetos que caen al ruedo, una vez que el matador, en una suerte de rito, los ha tocado con su mano.
Así que aunque el varilarguero haya colocado una puya magistral, en su sitio y con la fuerza adecuada, solo se descubre si el diestro le autoriza. Otro tanto ocurre con un espléndido par de banderillas puesto en todo lo alto por uno de los peones, éste solo sale al tercio si su jefe, con calculada displicencia, le indica el camino, no vaya a ser que se lo acabe creyendo. Solo hay un caso en el que el sobresaliente se hace cargo de la lidia y es cuando el torero no puede continuar, que en el caso de un torero ya tiene que estar jodido para abandonar la plaza.
Iñigo Errejón salió al tercio a saludar y aunque no llegó a los medios, Pablo no le había dado permiso. A lo mejor piensa que Pablo no puede seguir toreando y tiene que cortarse la coleta. Pero en los toros y en la política, al final solo cuenta lo que diga el respetable.
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