Se le calentó la boca
a la ministra Montero,
y hablando «a tontas y a locas»
—en ambiente mitinero—,
dejó a la Constitución
temblando sobre el alero.
«Este asunto tiene tongo
y yo en principio mopongo».
Sin contención ni recato
acusó a su señoría
de obrar con parcialidad,
y no como debería.
Y afirmó que la sentencia
a ella no la convencía.
«Este asunto tiene tongo
y yo en principio mopongo».
Se enervaron las puñetas
de jueces y magistrados,
que desde sus negras togas
le respondieron airados
recordando a la ministra
para qué están los juzgados.
«Este asunto tiene tongo
y yo en principio mopongo».
No se arredró la Montero
—se afirmó en su renuencia—,
porque le sobra salero,
aje, poder e influencia,
para borrar de un plumazo
la presunción de inocencia.
«Este asunto tiene tongo
y yo en principio mopongo».
Suscríbete a mi canal y te informaré cada vez que publique un artículo, no utilizaré tu email para ninguna otra cosa.
