Nos hemos desayunado ayer en Alicante, con la noticia de que, este año, Papá Noel va a cobrar cinco euros por cada foto que se haga con un niño en la casa instalada a tal efecto en el Panteón de Quijano.
Yo nunca acabé de fiarme demasiado de ese gordo casposo, porque, al fin y al cabo, ¿Quién lo avala? ¿Una oscura leyenda del norte de Europa? No sé, no sé; al menos el triunvirato real está documentado en las Sagradas Escrituras, y quieras que no, aquello de ser tres hace que se controlen mutuamente y no prevariquen con los regalos. Además está su fedatario, el príncipe Aliatar, que aunque es verdad que se incorpora un poco más tarde al cortejo, es una garantía más de que la carta con las peticiones de regalos sale perfectamente franqueada.
Será porque soy de la generación que “sufrió” el cambio de los Reyes a Santa Claus, avalado en una praxis sobre la necesidad de disfrutar de los regalos navideños con más anticipación, y que en la mayoría de las familias para lo único que sirvió fue para doblar los regalos que recibían los niños, incrementando, eso sí, el consumo.
Dicen que si el anciano barbiblanco, se ha quejado de que tiene muchos gastos: que si lijar y pintar el trineo; comprar el pienso para los renos; llevar el traje a lavar todos los días, que hay que ver como se lo ponen de babas y de mocos los críos, que da pena verlo al acabar la jornada. Y encima cuando llega la hora de repartir los regalos se pone perdido con el hollín de las chimeneas, que hay gente que no la limpia en todo el año, eso sin contar los malaleche que dejan las brasas encendidas y le echan a perder las botas.
La cuestión es que los niños que, como conviene recordar, son niños pero no tontos, han detectado ya este oxímoron económico y no les cuadra. ¿Cómo es posible que Papá Noel me pida cinco euros (que para un niño es un capitalazo) por una foto y luego me traiga regalos en Navidad? Algo no encaja.
Para más inri no se pueden hacer fotos con la cámara del móvil. ¡El colmo vamos! En un mundo en el que solo falta que nos pongan cámaras cuando vamos al baño, resulta que no podemos hacerle una foto al nene cuando vive uno de sus momentos más intensos del año.
Creo que no han determinado la cuantía de la multa por infringir de forma tan flagrante la ley; a lo mejor es más práctico pagarla y hacer todas las copias de la foto que nos dé la gana.
Rectificar es de sabios.