Se va uno cuatro semanas de España y cuando vuelve no la reconoce ni la madre que la parió. Bueno la verdad es que hoy día ya no hay justificación para aislarse del Circo nacional, aunque uno esté pongamos en El Perú, ya que cada noche al llegar al hotel le entregan a usted la clave del “guaifai”, que no “güifi”, que fuera de la piel de toro eso no lo dice ni dios.
Con todo y con eso, lo de leer las noticias en la prensa digital tiene su aquél, ya que como, al final, lo que cuenta es que “pinches”, se traga uno un montón de artículos que no merecen realmente la pena, y en ocasiones lo sustancial se queda entre los pliegues de la estimulante página digital.
Así que no se dejen ustedes engañar por los titulares de estos días, y si leen que el Gobierno quiere modificar el Código Penal para hacerles un traje a medida a los presos del procés…nada, cortina de humo. Qué el presidente Torra dice que no se va, lo diga Agamenón o su Porquero, que a mí me recuerda aquel anuncio de la tele, ya lejano en el tiempo, pero que creó escuela con aquello de: “O aceptáis pulpo como animal de compañía o me llevo el escatergory”… Pues nada postureo nada más. Qué el ministro Ábalos se va a Barajas a la una de la madrugada a ver a un amigo venezolano. ¡Pero alma cándida, si el problema lo tiene Ábalos con su mujer! ¿Ustedes se imaginan diciendo?:
- Cariño, que salgo un momentito al aeropuerto a ver a un amigo.
- Pero si es la una de la madrugada.
- Ya, pero es que va de paso.
¿Y luego al día siguiente salir en los papeles con Delcy?
- ¿No me decías que ibas a ver a un amigo? ¿Y esa lagarta quién es?
Pero no se preocupen, son sólo bagatelas para despistar.
Aquí, aunque ha pasado casi desapercibido, lo más mollar de este enero “glorioso” ha sido que un tal Sergio García Torres, flamante Director de Protección Animal, anda contándole a quien lo quiera escuchar que le robamos la leche a los terneros, al ordeñar para nuestro beneficio a las vacas. Yo me siento particularmente afectado por las declaraciones del señor García Torres, ya que sin la leche de anónimas vacas, a las cuales les estaré eternamente agradecido, no estaría hoy aquí. Me cuenta mi madre que era yo algo renuente a la lactancia del seno materno; incluso probaron con varias vecinas que estaban también amamantando, pero no hubo manera. Así que fue la leche vacuna la que me sacó adelante. Afortunadamente con los años desapareció esa nefanda aversión y me aficione, dentro de lo razonable, al seno femenino, hasta que mi mujer vetó constitucionalmente mi afición declarando los suyos como los únicos legalmente accesibles para mí.
También en esa línea, me cuentan los que saben de estas cosas, que se está estudiando seriamente prohibir por xenófobas e incitantes a delito, las expresiones: me cago en la leche; qué mala leche tienes; eres la leche; vete echando leches; qué leche se ha “pegao”; y también eliminar como antecedente lógico de una obviedad, blanco y en botella.