Dice el ministro Bolaños
—y lo dice sin empacho—,
que España es famosa hoy día
porque desde los despachos
que okupan sus Señorías
han cocinado un gazpacho
que llaman Ley de Amnistía.
Y el ciudadano, pasmado,
no sale en sí de su asombro
cuando en su comunicado,
encogiéndose de hombros,
y cercenando al Estado,
levita sobre el escombro
con ese look despeinado.
El logro es de tal calibre
—afirma con contundencia—
que lo aplaude el mundo libre:
lo adopta de referencia;
toda la prensa lo cita,
y es tal el grado de anuencia
que el orbe entero levita,
y en las redes es, tendencia.
Y, este ministro tan jeta:
especialista en apaños,
recitaría la cuarteta
para encumbrar el amaño
que un día escribió el poeta;
y le atribuiría, hogaño,
el soneto que así reza.
«Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo!, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!»