A mi padre
El volcán
El año que no hubo otoño
L´Estruendu
SOLEDAD DE FLORES MUERTAS
LA ESTELA
Tiempos de amor, honor y guerra en el Bierzo
La higuera
Aprehender el tiempo
Mi casa
El héroe en la batalla
Las mariposas del río
Ese mundo…ya no está
El río
Seis octavas para un recuerdo
Solo te recito un verso
Cántaros y agua
«Ocurrió en un mes de octubre...»
Castilla
Estaba tan cerca
La silla vacía: En recuerdo de Pepe Fuster
PRIMER PREMIO EN EL «III PREMIO DE POESÍA MARÍA LEJÁRRAGA»
Las mariposas del río
Sobre el río las ramas de los sauces
dibujan en el agua, temblorosas,
millones de pequeños tragaluces
que brillan en la tarde calurosa.
Se abrieron las orillas en dos fauces
que quieren atrapar las mariposas,
inútiles, que rasgan sobre el río
el aire desde el cual yo las espío.
La tarde se me escapa por los huecos
azules como piedras de zafiro,
y anida en los escasos recovecos
que quedan tras el cómplice suspiro,
turbando con embustes y embelecos
la paz que ando buscando en el retiro.
Y al final, como siempre, será el viento
quien aleje el funesto pensamiento.
Desandando el camino sin premura,
—pidiéndome permiso a cada paso—,
abandono sin prisa la llanura,
y negando de nuevo mi fracaso
convierto mi vagar en aventura
y lo elevo a la cima del Parnaso,
donde, apurando de un trago este grial,
termino confundiendo el bien y el mal.
Mañana buscaré de nuevo el río:
el temblar de sus aguas inseguras;
y asomándome al báratro sombrío,
le dejaré caer mis amarguras
envueltas en un nuevo desvarío
que mitigue el dolor de mis locuras.
Serán después, quizá, las mariposas
las únicas que salgan victoriosas.
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