Primer premio en el I Concurso de Poesía «El Desarme en Verso»
Ocurrió en un mes de octubre en el siglo Diecinueve.
En el Campo San Francisco se reunió toda la gente
y el jefe de la Milicia se dirigió así a la hueste:
«¡Ovetenses!, es hora de rendir armas y de honrar a los valientes.
Que enmudezcan los fusiles, ojalá que para siempre».
Desde entonces en Oviedo, cada octubre, el diecinueve,
en los chigres y tabernas, en las casas y cuarteles,
se ponen potas al fuego y se extienden los manteles.
Garbanzos con bacalao y espinacas, de esta suerte
se guisan a fuego lento, mientras que afuera la gente,
escancia sidra y escucha la gaita que suena alegre.
Los callos de san Martín, por san Lucas ya se cuecen:
pegajosos y picantes, pequeños y muy calientes.
Y por si os quedáis con hambre —que en Asturias no se debe—
el hierro espera candente quemar el arroz con leche.
Así que, oídme paisanos, gritemos hoy alto y fuerte:
¡Que vivan las tradiciones y los pueblos que las sienten!
¡Que viva la libertad y aquellos que la defienden!
Y la fiesta del Desarme, ¡que viva ahora y por siempre!
4 respuestas
tu has equivocao la carrera
No estoy del todo de acuerdo con tu amigo Tomás. En tu profesion, tu tarea la realizaste a la perfección y tu hobby lo estas haciendo con la misma ilusion y mismo resultado.
Bravo!!
Yo coincido con Agapito: vocación y talento tanto en la carrera de las armas como en su afición por las letras. Lo mires por donde lo mires, un gran personaje.