Lun 07 noviembre 2022
Querido Pablo
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Querido Pablo:

Sé lo que estarás pasando estos días y te envío todo mi cariño para apuntalar tu ánimo. Ayer, pocos te comprendieron cuando elevaste la voz para reclamar lo que, en justicia, era tuyo. Y es que las personas, amigo Pablo, son desagradecidas —especialmente las mujeres—, y se atreven a cuestionarte ¡a ti!, Pablo, que has sido luz y guía en la ceguera intelectual que muchas de ellas (la verdad es que tu crees que casi todas), sufren.

Te pido serenidad, caro amigo. Tus eunucos convertirán de nuevo ese serrallo que ahora se altera y te planta cara, en el oasis de paz donde prediques, magnánimamente, tu parábola. Y si bien es verdad que no lo subyugarás, como Pedro, por tu belleza, lo harás, como un nuevo Cyrano, desde la umbría, gritando tu aforismo una y mil veces: ¡con rabia, con pasión!; y no habrá en España quien te frene cuando a lomos del erario reivindiques, ¡con dos cojones! «¡Sí se puede!».

Siempre tuyo…

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