Lun 19 junio 2023
Seis octavas para un recuerdo
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PRIMER PREMIO EN EL V MEMORIAL «FRANCISCO DE LA VEGA» (EN CASTELLANO)

  PUBLICADO EN EL Nº 13 DE LA REVISTA LITERARIA «ALBORISMOS», VENEZUELA.

I

Hoy busco aquel sendero que bajaba
de mi casa a la fuente Veguellina,
y que todas las tardes transitaba
por beber de su agua cristalina.
Inútil fue buscarlo, ya no estaba,
y casi ni su rastro se adivina.
Un día dejó la gente de pasar:
fue el día que olvidamos caminar.

II

La hierba verde ya no cubre el suelo:
no hay grillos que cazar entre las flores;
arrastra menos nubes hoy el cielo
y apenas se perciben los olores.
Contemplo mi niñez con desconsuelo
y el hogar que heredé de mis mayores.
Nada queda de aquel anciano lar
y solo tengo ganas de llorar.

III

Nadie linda las vacas en el prado,
ni se enfada porque cruces por en medio
en lugar de pisar por lo segado.
Ya no ladra Sultán cuidando el predio.
Y un tiempo nuevo, que nació cansado,
lo banaliza todo sin remedio.
Y  aún escucho suspiros al pasar
del niño que soñaba con la mar.

IV

No anuncian el domingo las campanas
que es la hora de reunir toda la grey,
y  a un cura —todavía con sotana—,
que imponía  desde el púlpito su  ley,
confesar que robábamos manzanas
en el prado que había en Sotorrey.
Y bajo los eucaliptos, en el monte,
fumar luego soñando el horizonte.

V

Al sol brillan las aspas impolutas,
blancas como las alas de gaviota,
que sembraron otrora las disputas
anticipando al tiempo su derrota,
trazando en aire nuevas rutas,
girando en torbellino que alborota.
Cautivas en un eje vertical,
acabaron tornando el bien en mal.

VI

Nada queda de aquello, solo ecos
de un tiempo feliz, encapsulado,
recuerdos atrapados en los cepos,
a su pesar, cautivos del pasado:
las ondas que rebotan en los huecos
que quedan en mi corazón rasgado.
Solo el que se resiste a recordar
es incapaz de alzarse y caminar.

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