Lun 29 mayo 2023
Las elecciones y el «Efecto Casandra»
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Lo de adivinar el porvenir, desentrañando los pormenores con más o menos detalle,  es algo que siempre ha obsesionado a los poderosos. A los pobres no, porque, conscientes de su miseria, y de que la vida es tan cabrona que no hay situación que no sea susceptible de empeorar, siempre han preferido no tentar al diablo y ante la angustia del porvenir, encomendarse, como mucho, al dios de turno. Además de que los arúspices cobraban  «una pasta» y los dioses eran mucho más baratos.

Una de las que se  encomendó a un dios, en este caso a Apolo, (un dios muy guapetón y muy bien plantado), fue Casandra. Quería la muchacha ganarse unas perrillas ejerciendo el noble arte de la adivinación. Y le propuso un quid pro quo, pero en griego, que no sé cómo se dice porque yo soy de los que hicieron  COU y «el griego» creíamos que era otra cosa.

La chica estaba de muy buen ver, y Apolo, que por más que digan (o, que lo quieran «blanquear», como se dice ahora, que no sé cómo eso ha pasado el filtro de los «ofendiditos», porque…blanquear, se blanquea lo  negro), siempre ha sido un salido, y le dijo que, «vale, que quedamos».

Apolo cumplió su parte, pero la chica, la Casandra, cuando llegó el momento de cumplir con la suya, le dijo que ella quería ir despacio, sin saltarse etapas,  y que en la primera cita ella nunca… Total, que Apolo se quedó a dos velas y, claro, se mosqueó.

Los dioses, aunque no lo parezca, son muy suyos, y cuando se mosquean se olvidan de que son divinos y reaccionan «muy malamente». Apolo, como ya hemos dicho, se cabreó, y no se le ocurrió otra cosa que lanzarle un salivazo a la pobre Casandra en la boca. Pero, aunque lo de la saliva está muy bien para según qué momentos, aquel escupitajo iba con muy mala leche. Es decir, que Casandra podría adivinar: sí, pero nadie creería nunca sus predicciones. Y eso fue la perdición de Troya, pues nadie la creyó cuando dijo que «en el Caballo había gato encerrado». También es que, claro, dicho así…

Pues bien, sin ir más lejos a José Félix Tezanos, probo director del CIS y funcionario leal donde los haya, le acontece «justo lo contrario» que a la pobre Casandra: todos lo creen y el pobre hombre no da una.

Dicen las malas lenguas que, anoche, Pedro Sánchez llamó a Tezanos y le preguntó qué pasaría si convocaba elecciones.

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