La Pandemia, incorporó al lenguaje diario muchos términos y expresiones nuevas, entre otras la palabra “negacionista”, que designa a todo aquel que, frente a un hecho constatado científicamente y aceptado de una forma general, se niega a reconocerlo, en parte o en su totalidad, y establece una versión generalmente descabellada de mismo. Bueno, pues sepan ustedes que hace ya muchos años que en mi querida Asturias natal, teníamos una palabra para designar a esta clase de “elementos”: “faltoso”.
El faltoso es aquella persona que lleva la contraria por puro placer, situándose en el terreno de lo irracional y sosteniendo sus afirmaciones sin necesidad de argumentos, con lógicas absurdas y peregrinas. Le da igual que se discuta de fútbol o de física cuántica, de arte abstracto o de la mecánica de fluidos, porque el faltoso siempre encuentra un motivo para situarse, cerrilmente, en contra de la opinión avalada por la realidad o la ciencia, amalgamando ignorancia y provocación.
Porque el faltoso es así; lo empírico no va con su carácter, él es pura abstracción. De todo sabe, de todo opina, a todos se enfrenta vehementemente y le importa poco el descrédito, pues encuentra en la provocación que lo acompaña su razón de ser.
Su territorio para el debate puede ser cualquiera, aunque se siente especialmente cómodo en los chigres. Y en una esquina de la barra, con un culín de sidra en la mano, socarrón y chulesco, se envalentona, se viene arriba y no hay hecho o teoría por constatada que esté que se le resista.
Su recompensa llega cuando, en el momento álgido de la discusión, alguien dice: “déjalo ya, no ves que ese es un faltoso”. Entonces sonríe y paladea su victoria ante el “abandono” del contrario que, incapaz de seguir porfiando, se da por vencido.
2 respuestas
Andan por los chigres, sin despreciar las tertulias de las distintas cadenas televisión a toda hora, los faltosos profesionales.
siempre había pensado que el faltoso es aquel que carece de educación y falta al respeto al prójimo.