No le dé usted más vueltas. Muchos de los “graves” problemas que nos afligen hoy día, tienen una explicación muy sencilla: no se previeron. Así, como suena; y si se previeron y algún adelantado a su tiempo dio la voz de alarma, otros dijeron que era mejor no airearlos demasiado, no vaya ser que…
Ahora resulta que los principales responsables del desatino de la subida del recibo de la luz, somos los ciudadanos. No el Ejecutivo que se “zampa” un 60% de lo que pagamos; no las Eléctricas que nos tienen cogidos por…sí, por ahí; no, somos usted (y yo), que de una forma inconsciente e insolidaria, haciendo un mal uso de la libertad que magnánimamente el Estado nos otorga, dejamos encendido el pilotito rojo del cargador del móvil por la noche, o hacemos el amor con la luz encendida. (Si no se encuentra usted ya en ese grupo, sustitúyalo por la lectura antes de dormir).
Haga una reflexión muy sencilla. Sitúese en casa de su abuelo (si es usted muy joven, de su bisabuelo), e intente recordar cuantas cosas requerían energía eléctrica: alguna bombilla, la radio para las telenovelas o Radio París si sus abuelos tenían inquietudes políticas… ¿y? Ahora regresé usted mentalmente a la casa paterna y haga el mismo ejercicio. Ya están ahí la tele, la nevera, el secador del pelo, la lavadora, la maquinilla de afeitar…Haga un esfuerzo más. Sitúese ahora en su casa. ¡Ah que sigue viviendo con sus padres! Bueno, entonces lo de la factura de la luz se la pela, hablando mal y pronto. No obstante busque algo que no funcione con energía. ¡Pero si hasta para rendir culto a Onan necesitamos corriente!
No hace falta tener un doctorado para concluir que nadie previó que en un siglo, la demanda de energía sería la que es actualmente; y eso que hablamos solo de los países desarrollados (un tercio de la población mundial), no quiero ni pensar cómo estaríamos si las otras dos terceras partes demandaran lo mismo.
Este sencillo ejercicio, que no requiere de ni de farragosos informes, ni de la recopilación de ininteligibles datos, sino tan solo de sentido común, aplíquelo usted a cualquier problema y verá como la conclusión es siempre la misma: no se previó.
Nadie previó que podríamos llegar a cargarnos el planeta. Nadie previó que el exceso de comida nos acabaría matando. Nadie previó que los conflictos se eternizarían al romper la dinámica de vencedores y vencidos. Nadie previó que viviríamos muchos más años y en esa última etapa, nos “comeríamos” el patrimonio acumulado a lo largo de la vida. Nadie previó que los peces podrían acabarse…Bueno Jesús sí. Por eso solo sacó unos pocos peces del lago Tiberiades y los multiplicó. Pero claro Jesús era omnisciente y así cualquiera ¡Nos ha jodido!