Jue 03 marzo 2022
Voluntad de Vencer
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Escuchaba esta mañana decir a una periodista que “no tiene sentido enviar armas a Ucrania porque es obvio que van a perder la guerra”. Su razonamiento se basaba en el enorme poder militar de Rusia —incuestionable en términos absolutos—, frente a las capacidades del Ejército ucranio. Yo no sé, obviamente, quien va a ganar o perder la guerra: probablemente perder, perdamos todos, pero el aserto de la periodista, solo sería admisible si la guerra fuera algo tan elemental como el cálculo de las capacidades militares que se enfrentan: número de combatientes, tipo y cantidad de armas, capacidad logística etc.

La guerra, como todo “hecho social”, “fenómeno social” si se prefiere (lamentablemente uno de los más regulares de la Historia), y que involucra a toda la sociedad, es compleja y entran en juego circunstancias de todo tipo. Unas son físicas: terreno, clima; otras históricas, donde generalmente se ubica el “conflicto social”, otras económicas, psicológicas etc., y la Historia está llena de ejemplos en los que David venció a Goliat.

Vietnam fue, quizá, el primer exponente en el siglo XX, de como una superpotencia fue incapaz de vencer a otra con capacidades militares mucho menores. En aquel enfrentamiento no hubo frentes estables y comenzó el ciclo de las “guerras asimétricas”, que introdujeron un nuevo concepto de “hacer la guerra”, alejándose de planteamientos convencionales y reglas establecidas. Desde entonces, son varios los ejemplos que afianzan que el resultado de la guerra no es la mera aplicación de un algoritmo: Kosovo, Serbia, Bosnia, Chechenia, Afganistán, entre otros, y en el caso de África, en las guerras de la República Democrática del Congo, Somalia, Sierra Leona, Ruanda etc.

El “castigo social” de los combatientes que regresaron a EE.UU., de Vietnam, fue tremendo. La película Rambo: Acorralado, es un exponente insustituible para profundizar en la crítica social que se produjo. Lástima que el resto de la serie, fuera un producto comercial de baja calidad que terminó estigmatizando la primera película.

Hay tres principios que se analizan a la hora de decidir las posibilidades de ganar una guerra: Voluntad de Vencer, Libertad de Acción y Capacidad de Ejecución; y de ellos, el primero, la Voluntad de Vencer, es el fundamental. El Vietcong no tenía la misma capacidad militar que EE.UU, pero los superaba en Voluntad de Vencer. ¿Tienen los soldados rusos la misma Voluntad de Vencer que los ucranios?

La guerra de Ucrania nos ha sorprendido por diversas razones. Una de ellas es que habíamos admitido que los estados ya no eran los protagonistas principales de los enfrentamientos, y menos aun remitiéndose a cuestiones de  soberanía.  Hablábamos de grupos resistentes, insurgentes, rebeldes, etc. Con la “globalización” caímos en la misma trampa, que los sociólogos positivistas del XVIII, cuando creyeron que con el fin de la “Sociedad Militar” las guerras serían desplazadas por los procesos de industrialización. Se equivocaron, y lo que ocurrió fue que la industria se convirtió en un elemento dinamizador en las economías de guerra. Nosotros pensamos que la interdependencia económica y la mezcla cultural, iban en contra de que se produjeran conflictos armados; nuevo error: la economía no ha podido superar los conflictos ideológicos, políticos o territoriales.

Tampoco ha ayudado —ni está ayudando— la concepción naif de la violencia, haciendo hincapié en la incapacidad de la misma para solucionar un conflicto, y olvidando que el argumento moral de condenar la violencia, no excluye que el ejercicio de la misma pueda tener resultados positivos para la Sociedad, como en el caso de la “Violencia Legítima” ejercida por el estado. En ese sentido, la concepción de la guerra como una actividad bárbara o inhumana, se enmarca dentro de una construcción realizada desde la racionalidad, pero, guste más o guste menos, la guerra es una actividad humana producto de la civilización, y no olvidemos, que en la base de toda la normativa que constituye el corpus sobre el desarrollo y la resolución de conflictos, no está el dejar de matarnos unos a otros, sino el matarnos de una manera… “civilizada”.

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