El director de campaña del expresidente Puigdemont ha hecho gala públicamente de sus profundos conocimientos sobre argumentación, y lo ha hecho de forma pública, notoria y sin despeinarse…
Y es que la argumentación no deja de ser una tarea compleja que exige, como es su caso, dominar complicados mecanismos lógicos y psicológicos, así como aspectos comunicativos, ya que es ahí donde la argumentación encuentra su verdadero sentido discursivo.
Joan María Piqué, con una rotundidad apabullante, ha enunciado un silogismo ordinario de dos premisas (mayor y menor), que revolucionará posiblemente el campo de la lógica deductiva:
PREMISA MAYOR: La distancia entre Barcelona y Bruselas es similar a la que hay entre Canarias y Madrid.
PREMISA MENOR: Canarias se gobierna desde Madrid.
CONCLUSIÓN: Luego Barcelona se puede gobernar desde Bruselas
El argumento se ve reforzado, de una forma que podríamos calificar como notable, con la constatación analógica de que incluso Bruselas y Barcelona están un poco más cerca.
Es cierto que para que un argumento sea válido, desde el punto de vista deductivo, no es necesario que las premisas o la conclusión sean verdaderas, si no tan solo que la conclusión sea una consecuencia lógica de las premisas. La lógica formal establece únicamente esta relación condicional; Y cuando un argumento, además de ser válido, tiene premisas verdaderas, entonces decimos que es sólido: vamos, que es ¡la hostia!
Sin embargo yo echo de menos algún argumento de autoridad que refuerce el silogismo Por ejemplo: según “The American Geographical Society” la distancia entre Bruselas y Barcelona es similar a la distancia entre Canarias y Madrid.
Sr. Piqué, lo que siempre debe tener un argumento son dos cualidades fundamentales: consistencia y coherencia.