Límite, del latín limes: línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios.
Bueno, hasta aquí fácil ¿no? Pues no, ahora verán por qué.
El concepto de límite surge para separar una cosa de otra y nace ligado principalmente a la propiedad de la tierra. Pero cuando se establecían los límites de una propiedad, entre ambas se dejaba un sendero, un camino, una zona por la que cualquier persona podía transitar. Era una tierra de todos y de nadie en particular (terra nullius). Eso evolucionó con el paso del tiempo y las propiedades se volvieron, en su mayor parte, colindantes. Es decir: donde termina lo mío empieza lo tuyo. La desaparición de esa terra nullius, es uno de los problemas que acrecienta el asunto de los límites, ya que los priva de la elasticidad que les confería la tierra de nadie.
Particularmente reveladora del concepto me parece la expresión en inglés: no man’s land; literalmente tierra sin hombres; o la militar, en la que el concepto tierra de nadie, se refiere a una zona que separa dos ejércitos enfrentados, pero cuya posesión o control supone un riesgo demasiado grande para que alguno de los dos intente conquistarla.
Estos días andamos a vueltas con un límite en particular: el límite a la libertad de expresión. De una forma sencilla podríamos generalizar el concepto “libertad de expresión” como el derecho de cualquier persona a pensar o expresarse libremente. ¿Debe tener límites la libertad de expresión? En cristiano: ¿vale todo? ¿En qué momento sales de tu terreno para entrar en el mío? Si esperan encontrar en este artículo la respuesta, no sigan leyendo, no la hay; al menos no una respuesta que sirva para solucionar el problema.
Una aproximación está en el aludido concepto de terra nullius: es decir: transitar por el sendero que es de todos y no es de nadie, o dicho de una manera condicional, no salirse del sendero por el que todos podemos caminar sin que nadie se sienta perjudicado. Téngase en cuenta que el sendero obliga a ambas partes.
Los defensores de una libertad de expresión sin límites, están negando el concepto de terra nullius. Pero también lo hacen los quieren un sendero recto, con un ancho fijo: eso no existe. Porque la libertad de expresión está sometida a condicionamientos de todo tipo, culturales, temporales, políticos… de forma que lo que puede ser admisible en una sociedad no lo sería en otra; lo que era tolerable en un momento histórico determinado, no lo es actualmente; y lo que interesa en este momento, no interesaba anteriormente.
Termino retomando la expresión en inglés: no man’s land. La libertad de expresión no tiene dueños, ni aquellos que dicen defenderla ni los que quieren condicionarla.