Son las 16:50 del 27 de Octubre de 2017. Durante unas horas (breves) Cataluña será un Estado Independiente en forma de República. Pero tranquilos, no voy a hablar de lo que, restaurando el estado de derecho, invalidará la decisión del Parlament y devolverá Cataluña a la legalidad; y no lo voy a hacer porque el 155 será un camino muy arduo y lleno de dificultades. No me quiero enfangar en un asunto que nadie sabe cómo saldrá.
Hay, sin embargo, detalles para que mantengamos la esperanza en que al igual que el azúcar en el café, el independentismo se diluya parcialmente cuando sea removido y que solo queden en el fondo de la taza esos restos que, dicho sea de paso, me encanta rebañar con la cucharilla: no busquen ustedes la metáfora, simplemente soy goloso.
El primero es la duda en la que ayer se instaló durante un corto espacio de tiempo el president Puigdemont y que estuvo a punto de darle un giro transcendental a la situación. Dudar está en la base de cualquier decisión inteligente sobre todo si ésta puede comportar un cierto “calvario”. Hasta Cristo dudó en Getsemaní: “Padre si es posible haz que pase de mí este cáliz” ¿cómo no iba a dudar Puigdemont? Pero cuando el Jefe duda, lo sacan casi siempre de las dudas aquellos que no dudan nunca porque nada arriesgan con sus certezas, ya que la responsabilidad final no será suya. Imagino que cuando le apretaron las tuercas al president, éste les dijo: si tan gallitos sois, declarad vosotros la independencia. Dicho y hecho: el Parlament, bueno una parte, (aunque hoy he aprendido que parte = inmensa mayoría) votó SÍ. Claro que para que la cosa no se complique demasiado votaron en secreto: segundo detalle. No olvidemos que los diputados del PDeCAT miran de reojo al expresident Mas, a quien le sigue contando el reloj: tranquilo expresident, mañana el calendario te regala una hora más para la “recaudación”. Eso quiere decir en roman paladino que seguros, muy seguros, de que la cosa vaya a ir bien no están. ¿Cómo si no puede renunciarse a la épica de poder contarle a los nietos que: yo estuve allí y voté SI. Ya abuelito, pero… ¿dónde lo pone?
Bromas aparte, el gesto es muy significativo de lo que está dispuesta, o no, a arriesgar la clase política de JuntsXsí. En ese aspecto me han decepcionado las CUP votando en secreto. Muchas veces he manifestado que me parecían los más coherentes en el sentido de que iban de frente y no engañaban a nadie. Hubiera sido un golpe de autoafirmación que, además, hubiera avergonzado a sus compañeros de cama. Pero hoy la historia del valor Sozialista se limita a levantar el brazo puño en alto al final de los actos y aun así los hay que se lían con el derecho y el izquierdo.
En fin, imagino que aparte de desahogarme, no he aclarado nada. Pero en un día como hoy había que escribir sobre Cataluña. Este año espero pasar allí la Navidad, en Barcelona, en España.