MANTENERSE EN LA CUMBRE

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No puede negarse que Pedro Sánchez ha tenido un éxito que cabría calificar de arrollador en la elección de su gabinete. Ignoro si es cosecha propia o fruto de los sabios consejos de aquellos que están más a gusto en la parte oscura del poder, pero lo cierto es que, desde mi punto de vista, ha sabido combinar de una forma más que notable las figuras de los nuevos responsables de los ministerios, con las sensibilidades de una parte importante de sociedad española.

La designación de Borrell es un mensaje inequívoco al independentismo catalán; de hecho sus bufones oficiales  han acusado el aguijonazo con una cabriola, coceando de forma inmediata. De paso ha acallado, al menos de momento, las voces de aquellos que denunciaban su supuesta debilidad frente al desafío secesionista. Los relevos son siempre un momento especialmente crítico, por eso Sánchez ha golpeado primero, sabiendo que Torra “atacaría” más pronto que tarde.

La diversidad territorial ha sido otro de los elementos utilizados de una forma profusa. Cuando estos días los Mcs. se referían a los ministrables, lo hacían mencionando en primer lugar su procedencia geográfica, y después sus méritos. En España, lo de ¿usted de donde es? sigue teniendo mucho peso a la hora de establecer cualquier tipo de relación, ya que permite la aplicación inmediata del estereotipo, cuando no del prejuicio: damos por sentado que si es usted valenciano le tiene que chiflar la pólvora y que si es gallego comerá pulpo un día sí y otro también.

Ha hecho también concesiones importantes a la estética con designaciones como las de Pedro Duque o Máxim Huerta, que probablemente no sepan mucho de cómo hay que dirigir un ministerio, pero para eso ya están los técnicos. Y qué decir del juez Grande-Marlaska. Su trayectoria no deja lugar a dudas en cuanto a persona comprometida en la lucha contra el crimen, con sus luces y sus sombras (el caso del Yak 42 le perseguirá siempre), pero muy “de Bilbao” en lo profesional.

La alta cualificación profesional y el perfil europeísta de muchos de los ministros es otra característica del nuevo gabinete. La verdad es que el éxito en la gestión pública no siempre se sustenta en una especial cualificación, pero indudablemente tranquiliza saber que dirigen los ministerios personas inteligentes y que saben de lo que hablan.

Pero su jugada maestra ha sido la designación de once ministras de un gabinete de diecisiete. Falto de la confirmación de su liderazgo en las urnas, cosa que no pude remediar, y con una victoria obtenida legítimamente sobre la base del sistema parlamentario, pero contra la que la Oposición ha cargado desde el primer momento, Sánchez ha sabido aprovechar el especial momento que vive la sociedad occidental y por ende la española, en relación con el papel de la mujer en la misma. Ningún gobierno había contado nunca con tantas mujeres y en puestos tan importantes. Eso da titulares y lanza un mensaje inequívoco.

Sánchez ha subido a la cumbre más rápido de lo que pensaba. Pero en las cumbres más difícil que  llegar, es mantenerse.

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