Mopongo
Eso lo sabe el más lerdo
El primo de Zumosol
Donde dije digo...
DE NUEVO LA BANANA
«Gente gorda»
EL DIPUTADO ERREJÓN
¡Oh, tú!, Amnistía
A Sísifo
De tomates, y otras frutas y hortalizas
¡Qué dura es la vida!
DESARME, ALTA VELOCIDAD Y…SUS CONSECUENCIAS
DINKS
Calafatear
Las elecciones y el «Efecto Casandra»
«Hasta el último ucraniano»
De Odiseo a Proserpina
A la Bandera le da igual
As bestas
El Día de la Marmota
«Cambalache»
Los Reyes Magos y el anarquismo
¡Si hubiéramos ganado el Mundial!
Acción de Gracias
Fútbol y Derechos Humanos
¡Oiga, yo ni un duro…!
Querido Pablo
Los Cinco
Unidas...ya no Podemos
Proponer o no proponer...
El cencerro
La V invasión vikinga
El Metaverso
Transporte público
El Silbo gomero
El Emérito ¡eh!
Vaya racha
El faltoso
Un pelotón de soldados
No a los polvorones
Voluntad de Vencer
Habitación “suite”
Efecto Tanxugueiras
No queda, solo hay fila quince y detrás de la columna.
La "mesa" de Putin
Ponnos un güisqui
FILOMENA: EL FIN DE UN MITO
EL NEGOCIADOR QUE LO NEGOCIE...
NO SE PREVIÓ
FISCALIDAD PROGRESIVA
Cuando el mayor John Reisman (Lee Marvin) seleccionó a doce hombres para lanzarlos en mitad de la Alemania nazi, en la película de Robert Aldrich “Doce del patíbulo”, no les prometió nada, tan solo que, sí regresaban, era posible que se revisaran sus condenas. Su alternativa era la horca, así que no había mucho que pensar.
La trama es clásica en el cine americano: la patria en peligro requiere de un supremo sacrificio y éste lo realiza siempre un grupo de marginales: hombres y mujeres que extraen del fondo de su marginalidad un sentido del deber que les impulsa a dar la vida por su país. Por cierto, el negro, el indio y el chicano, tampoco están en la película por casualidad.
Hay que tener en cuenta que ese sentimiento está en los genes de la nación Americana, al fin y al cabo fueron muchos los europeos que en los siglos posteriores al Descubrimiento, fueron deportados a las colonias y no precisamente por buena conducta, y que luego forjarían su independencia.
Ahora el PSOE tiene que decidir si “lanza” once diputados en medio del PP. No tendrían que jugarse la vida, tan solo abstenerse. Pero sus nombres pasarían a la Historia y cuando en el futuro hablasen de alguno de ellos dirían: sí hombre, fulano, ¿no te acuerdas? fue uno de los que se abstuvo en la investidura del 2016.
Javier Fernández, emulando al mayor Reisman, tiene ahora que seleccionar once nombres ¿qué les prometerá?
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