No señor, no hubo boda; y mira que parecía que estaba todo atado y bien atado, pero no, en el último momento el novio se acojonó y no le dio el Sí quiero.
Se habían hecho las amonestaciones. Había llegado la familia. Hasta los primos de Pravia habían llegado, como en la célebre obra de Muñoz Seca. Estaban presentes también aquellos que no terminaban de ver el enlace con buenos ojos: que si ya te lo dije yo; que la cosa no pintaba bien; que si se veía venir. También estaban los que querían boda a toda costa: ¡Pero como lo vais a dejar ahora! ¡Que va a decir la gente! con todo el convite pagado…
Y es que los días previos a la boda son muy peligrosos. Los novios se tensan un pelín y ambos quieren dar la sensación delante de las familias de que la parte mollar del negocio es la cada uno de ellos aporta. Tampoco hace falta llegar a Bodas de Sangre, pero se han roto muchos compromisos en las comidas de las dos familias el día antes de la boda.
Yo tuve un compañero al que en una de esas comidas la novia le recriminó algo con malos modos, (no recuerdo exactamente que era) y su padre, el del novio, al escucharlo le espetó: “Pues si ésta te trata así y todavía no estáis casados”. ¡Oye! que el tío se fue hasta su prometida y le dijo: “¿Sabes que te digo? ¡Que ya no me caso!”.
Luego está el asunto de los regalos, que es otro papelón. Porque la inmensa mayoría de los invitados ya le ha soltado el sobre a los novios, y espera un convite acorde con el regalo y donde pueda trincar a placer; ya se sabe que en las bodas termina uno desinhibiéndose mucho, porque después del tostón de los discursos: el hermano del novio, la prima del otro novio, el padre que dice que no pierde un hijo, sino que ahora tiene dos (lo dice inconscientemente pero todavía no sabe hasta qué punto es eso verdad), la cuestión es que cuando por fin salen los pinchos y las cañas, el camarero no ve más que manos que se le echan encima, eso sí todos dicen muy educadamente: perdón, perdón, perdón.
Dicen los más optimistas que los novios se van a dar un tiempo. No sé yo…